Cielo e infierno
Antes de sumergirse en la lectura de este cuento, recomiendo que el lector lea mis cuentos anteriores: Una insignificante pompa, Iguana, El eterno retorno, Segunda solución.
Renacer en el mismo mundo, en el mismo tiempo, en la misma familia, en el mismo ambiente, podrá ser para muchos: un infierno, para otros: un desafío y para algunos contados superhombres: un paraíso. Estoy refiriéndome, por supuesto, a la primera solución a la cuestión de cielo e infierno. En el eterno retorno de Friedrich Nietzsche adaptado a mi cosmología del tiempo cíclico, todos recibiremos por igual, oportunidades reiterativas para rehacer nuestras vidas corrigiendo aquellos fallos que no han sido de nuestro agrado. En cada nueva oportunidad, podremos pulir nuestras conductas, nuestras actitudes; podremos eludir nuestros exabruptos, depurar nuestros defectos, evitar nuestros desvíos; podremos enderezar nuestras deficiencias, robustecer nuestras flaquezas, mejorar nuestro carácter o podremos llorar nuestra desventura y continuar tropezando con las mismas piedras. Es nuestra y sólo nuestra la decisión de permanecer en el infierno, en la inconsciencia. Repetir las mismas infracciones, las mismas faltas, tolerar las mismas indecisiones, sería tanto como repetir la misma obra teatral una y otra vez sin lograr mejoría alguna en la escenificación. Sería dejarse llevar por el determinismo, comportarse atenido a las leyes físicas, como hace un asteroide, como hace un cometa, como hacen las piedras que pateamos en el camino.
Fue mi hermana Eunice, psicoterapeuta por profesión y filósofa por vocación, quien me hizo notar que no importa realmente si las religiones orientales están en lo correcto y existe la reencarnación o si mi concepción sobre el eterno retorno de Nietzsche es válida; pues, en cualquier caso, carecemos de memoria de lo vivido. Lo que importa, dijo ella, es el aquí y el ahora. Fue Fernanda, mi hija, mujer grandemente inteligente, quien me hizo ver que las soluciones encontradas a la cuestión de cielo e infierno no son mutuamente excluyentes; es decir, pueden coexistir. Entonces, un ser considerado modelo de superhombre podrá, en un nuevo ciclo del tiempo, renacer para continuar: brillando en cuadriones y enalteciendo su obra en favor de la consciencia.
Sea que la solución primera a la cuestión de cielo e infierno aplique a nuestra realidad, sea que la solución segunda suceda en nuestro cosmos, el caso es que tras haber dilucidado estos esquemas me he descubierto pensando, en cada situación que se presenta a mi experiencia, en cómo lo habré hecho en otras vidas y en cómo debo hacerlo mejor en ésta para progreso de la consciencia. Vivir esta vida con la esperanza de poder hacerlo bien en un próximo ciclo del tiempo ha apaciguado en mí las culpas de haberlo hecho mal en esta ocasión. Vivir esta vida buscando hacerlo mejor para que, en la siguiente representación teatral, nuevas cadenas de causas y efectos me sean más favorables, ha mejorado mis comportamientos, pues me ha hecho más reflexivo antes de actuar, me ha acercado a los seres Pigmalión y a la vida en el cielo. Vivir esta vida creyendo que tengo la oportunidad de corregir mis errores en otros ciclos y hacer mis elecciones más sabiamente, me han liberado de la carga del remordimiento. Vivir esta vida con la incertidumbre de que todas estas ideas son, muy posiblemente, falacias y que estoy desperdiciando la única oportunidad del existir, me han hecho apreciar más cada instante del aquí y del ahora. Vivir esta vida esforzándome por sentir que mi vida no ha sido intrascendente e inútil, alivia el miedo a morir.
¿Solución primera o solución segunda? Cada uno podemos elegir aquella que más nos plazca o ambas o ninguna.