Entrelazamiento cuántico
En el mundo cuántico, bajo ciertas condiciones, dos o más partículas pueden empalmar sus atributos físicos para formar un sistema entrelazado. El entrelazamiento tiene efecto aun encontrándose los participantes separados por distancias considerables. La característica física de cada una de las partículas del sistema queda ligada a la característica física de los otros miembros del conjunto. El atributo (digamos el espín, el momento lineal o cualquiera otro) de una partícula del sistema está determinado por el estado del mismo atributo del resto de los miembros. En una pareja de fotones entrelazados, por ejemplo, si el espín de uno de ellos, cambiante e indeterminable hasta el momento del escrutinio, es hacia-arriba, entonces el espín del otro será hacia-abajo. El estado de una partícula se transmite a las otras de forma instantánea perturbando el principio relativista de nada-viaja-más-aprisa-que-la-luz. Los físicos explican este fenómeno como un sistema que comparte una única función de onda.
El conjunto de atributos físicos que caracterizan a una partícula (espín, carga eléctrica, masa, momento lineal, carga de color) constituye su información cuántica. De alguna manera la información cuántica de una partícula entrelazada está conectada con aquellas de sus hermanas del sistema. La física moderna considera como indestructible ese conjunto de atributos. Esa indestructibilidad, conocida como principio de conservación de la información cuántica, parece ser la responsable de que las partículas entrelazadas se comporten de esta manera, inclusive encontrándose apartadas kilómetros.
Cuando la consciencia interfiere su cadena predeterminada de causas y efectos, cuando no actuamos irracionalmente, cuando no nos dejamos llevar por nuestros instintos y dejamos de conducirnos como sacos de átomos, cuando omitimos tomar monedas de las arcas abiertas como hacen el resto de las personas, cuando contenemos nuestra furia y evitamos lastimar a nuestros congéneres, cuando no nos mostramos prepotentes a pesar de ser más influyentes, más fuertes o más encumbrados, es cuando perturbamos al principio de conservación de la información cuántica, es cuando distorsionamos el determinismo. Esto, yo me lo explico, porque la consciencia forma sistema entrelazado con los cuadriones del entorno. La consciencia es, según mis anteriores suposiciones, un producto de los cuadriones.
Entonces las perturbaciones a tal principio de conservación, causadas por la intervención de la consciencia, provocan flujos de partículas supracuánticas desde y hacia el origen de la turbulencia. El vórtice, o como he dado en llamarlo sumidero-de-la-consciencia, arrastra hacia su seno partículas supracuánticas. Como el arrastre que ejerce, a todo objeto con masa, un agujero negro hacia su interior.
Cuando una persona mística medita, ora o alaba a su Creador en rito religioso, está perturbando el principio de conservación de la información cuántica y consiguiendo que partículas supracuánticas se precipiten hacia su sumidero. Cuando un ser pensante se restringe a sí mismo en acto de autodisciplina o cuando un hombre de ciencia estruja sus neuronas para razonar fenómenos de la naturaleza, atraen igualmente flujos de partículas supracuánticas. Dentro del sumidero de la consciencia (léase el cuento Cisura Interhemisférica), los cuadriones son polarizados con la actividad neuronal del cerebro que los ha atraído. Después, cuando un atleta visualiza una meta, cuando una persona ejercita las técnicas de la ley de la atracción, cuando alguien busca polarizar cuadriones, está emitiendo chorros polarizados de las mismas partículas hacia el espacio-tiempo de los eventos por venir.
Convocar a Afrodita es, entonces, atraer cuadriones, polarizarlos y expulsarlos como saetas para alcanzar nuestras aspiraciones. Hemos estado practicando estos procesos inconsciente e intuitivamente desde hace milenios. Y esto es lo que he elucubrado para explicarme las casualidades de mi historia personal. Aunque, tal vez aún me falta discernir cómo los cuadriones influyen en los acontecimientos.