Análisis gramatical
Se dice que las personas vivimos y morimos por nuestras palabras. Ellas forman nuestros pensamientos, se convierten en nuestro diálogo interno, y sutil aunque inexorablemente conducen hasta nuestros actos. Se dice que son nuestros actos aquello que nos define. Entonces si nuestras palabras conducen a nuestros actos y nuestros actos nos definen, son entonces nuestras palabras los elementos constructivos básicos de nuestra conducta y nuestro ser. Son como saetas que una vez disparadas no es posible evitar su impacto; las palabras una vez expresadas es imposible rehuir su efecto. Debemos aprender a usarlas sabiamente. Hablar palabras altisonantes, ofensivas, de odio y descalificación será, entonces, la peor tarjeta para presentarnos. Igualmente pensar palabras negativas deteriorará nuestra autoestima.
El análisis del discurso desde el punto de vista de la psicología no es solamente una herramienta metodológica, sino que constituye una rama importante del estudio de cómo pensamos y por qué actuamos como lo hacemos. Se llama psicología discursiva. Esta rama de la ciencia se enfoca en comprender los mecanismos que llevan desde lo estático individual (cómo hablamos y cómo pensamos) hasta la dinámica de la interacción social (cómo nos comportamos).
“Haz siempre lo que digas”, inicia una de las frases que Guadalupe, mi esposa, más gusta de todas las que incluí en mi novela “Camino a la redención”. El análisis gramatical nos ayudará quizás a mejor comprender lo que las palabras provocarán en el interlocutor; así que helo aquí: Haz, segunda persona singular del modo imperativo del verbo hacer. Siempre, adverbio de frecuencia que indica tiempo indefinido. Lo, pronombre neutro de la tercera persona. Que, conjunción subordinante causal. Digas, segunda persona del tiempo presente del modo subjuntivo del verbo decir.
“Haz siempre lo que digas. Di siempre lo que pienses. Piensa siempre lo que creas y cree en Dios.” Es como reza completa la frase que tanto gusta a Guadalupe. La frase original que guardo con cariño en mi documento de frases recopiladas y citas propias está en primera persona. Reza: hago siempre lo que digo… Esta frase me ha llevado en no pocas ocasiones a preguntarme: ¿Por qué pienso lo que pienso, por qué digo lo que digo y por qué hago lo que hago? También me ha llevado a preguntarme: ¿Por qué dice lo que dice y por qué hace lo que hace? En muchas ocasiones el examen a mis respuestas es tan elemental como el análisis gramatical que hice en el párrafo anterior, pues mi formación no es en psicología; pero es suficiente para contentar a mi curiosidad. Aunque tal vez pueda convertirse ese esfuerzo pequeño en motor para despertar al modo supervisor que esbocé en mi cuento Supervisor.
No debemos hablar palabras altisonantes, ofensivas, de odio y descalificación ni siquiera cuando las hayamos recibido, ni siquiera cuando nos hiervan las entrañas. Tampoco debemos pensar palabras que demeriten nuestra autoestima, aun habiéndolas oído, aun habiéndolas merecido.