El término de la pandemia
Volverán los abrazos, los apretones de manos, los besos en las mejillas. Volverán las personas a transitar por las calles sin tapabocas. Volverán nuestras vidas sociales. Volverá la normalidad aunque la normalidad no sea la misma de antes.
Me acosté a dormir algo preocupado y demasiado pensativo. Había vuelto a percibir palpitaciones en el pulmón izquierdo. La tos seca aún persiste. Ya son tres semanas de espasmos respiratorios sin expectoración. Me había enterado, en días previos, que han sido ya detectados varios portadores asintomáticos del virus como había yo supuesto hace tiempo. Los portadores asintomáticos son aquellas personas que alojan el virus en su organismo pero no incuban los malestares. Su sistema inmunológico es lo suficientemente eficaz como para contener al intruso sin grandes trastornos para su salud. Supongamos entonces, pensé por un momento, el escenario de que soy un portador asintomático. Ningún contacto con persona alguna podría tener hasta en tanto no se desarrollara un medicamento efectivo y realmente probado. En ese lapso debería mantenerme siempre alerta. Nunca bajar la guardia en cuanto a precauciones sanitarias se refiere, pues enfermar de cualquier mal implicaría posibles complicaciones que podrían activar la virulencia del microbio residente. Como lo que padecieron y aún padecen los enfermos de sida. El panorama se veía poco halagüeño.
A la mañana siguiente desperté optimista. Todos los síntomas habían desaparecido y entonces me asaltó la idea de que la pandemia terminará cuando las colonias de células, que llamamos nuestros cuerpos, hayan creado relaciones simbióticas con el microorganismo viral. Explicaré. Contenemos en nuestro organismo alrededor de un kilogramo de microbios huéspedes. Bacterias que se benefician del medio favorable que proporciona nuestra fisiología, a cambio, ayudan a metabolizar ciertos nutrientes. Tales bacterias nos enferman si llegan a hospedarse en sitios diferentes al intestino. Hemos desarrollado relaciones simbióticas con ellas. Ellas obtienen un medio favorable, nosotros metabolizamos nutrientes. De igual manera, predigo que llegará el momento en que la mayoría de la población del mundo esté infectada del temido virus. El cuerpo de todos y cada uno de nosotros alojará al bicho, pero habremos desarrollado consciente o inconscientemente una relación simbiótica con él. Los virus residirán en nuestro organismo obteniendo un medio favorable para existir, a cambio, podarán las células enfermas y débiles de nuestras colonias.
Volverán los abrazos, los apretones de manos, los besos en las mejillas. Intercambiaremos el virus sin temor a enfermarnos.