Postura ante las vacunas
Un hijo, preocupado por su futuro, le pregunta a su padre comerciante cuál será el mejor negocio a emprender. Sin titubear, el padre responde: "hacer que caiga lluvia ácida y vender paraguas desechables". No soy partidario de las teorías conspiratorias, presento los siguientes razonamientos sólo como apoyo a mi decisión de no vacunarme contra el coronavirus en los próximos meses.
¿Qué significa que una vacuna sea 95 porciento eficaz? La respuesta a esta pregunta será, tal vez, que uno de cada veinte inoculados no quedará protegido. Será, quizás, que uno de cada veinte padecerá efectos adversos. Será, que uno de cada veinte enfermará a pesar de la vacuna. Será, que uno de cada veinte requerirá una segunda inoculación. Se considera el paracaidismo un deporte de riesgo. Un desvanecimiento por mareo del paracaidista, un paracaídas mal doblado, un mecanismo defectuoso, unos tirantes enredados pueden ocasionar un desenlace fatal. Y sin embargo, el paracaidismo tiene una eficacia de 99.999 porciento. Cada vez que abordo un avión, no puedo evitar sentir aprensión y sin embargo la eficacia de los viajes en estos transportes es de 99.9999.
En el quinto año de la primaria fuimos vacunados contra el sarampión. Yo me pregunté la razón de que me aplicarán vacuna de una enfermedad que ya había padecido. Me incomodó que nos formaran y nos inocularan sin pedirnos consentimiento. Conservo el recuerdo porque, a los pocos días de aquella imposición, uno de mis compañeros enfermó de sarampión. Yo cuestioné si, en su caso, fue ineficaz la vacuna, si recibió una ampolleta defectuosa, si reaccionó desfavorablemente por características personales o si fue la vacuna el agente causante del mal.
Los virus bacteriofagos atacan a las bacterias desde tiempos anteriores a la aparición de los seres multicelulares. Los virus son incapaces de reproducirse por sí mismos, así que inyectan a las bacterias su material genético para que estás lo reproduzcan muriendo en el proceso. Como defensa, las bacterias han conseguido desarrollar una proteína capaz de identificar la molécula de ADN de los virus enemigos y trozarla desactivando su efecto. La ciencia ha nombrado CAS9 a tal proteína y la ha convertido en parte fundamental de la tecnología CRISPR que utiliza para editar el ADN de los seres vivos. Tecnología que aún está en ciernes, pero ya ha logrado avances en el combate de las enfermedades genéticas. Yo me pregunto, si seres unicelulares como las bacterias pueden desarrollar defensas como CAS9, entonces ¿qué será capaz de hacer, para protegerse, la compleja colonia de células que es mi cuerpo?
En Argentina, una multitud se reunió para despedir a un ídolo deportivo. En Zimbabue, otra multitud se reunió para festejar la llegada del año nuevo. Los noticieros difundieron las noticias y criticaron las conductas. Ciertamente, argentinos y zimbabuenses omitieron observar un número reducido de asistencia, uso correcto de tapabocas y distanciamiento prudente. Pero su comportamiento temerario nos ha enseñado mucho. Ningún noticiero divulgó después, seguramente por no ser ya noticia, cuál fue la escalada en el número de contagios que padecieron ambas comunidades tras tales comportamientos.
Siempre he considerado que mi salud es mi responsabilidad y solamente mía. La medicina es sólo una herramienta más para lograr mi bienestar. Los doctores y médicos son, para mí, sólo asesores que aconsejan como superar un padecimiento. Sufrí un accidente cardiovascular a la edad de 57 años. Desde entonces, e incluso antes de entonces, tomo las instrucciones médicas solamente como recomendaciones de alguien que ha estudiado mucho sobre asuntos similares. Mas, aplico de tales instrucciones las que considero acordes con mi personalidad, mis limitados conocimientos y mis preferencias. Actitud que me ha granjeado la crítica tanto de mi esposa y algunos amigos, como de todos los doctores que se enteran de mi postura. Yo considero que no son ellos los que sufrirán si un medicamento es excesivo o escaso para mi personal fisiología. Despreocúpense galenos y firmas farmacéuticas que no habrá demanda por negligencia profesional de mi parte si sus protocolos no son acertados, pues siempre seré yo quien decida si atiendo o no los tales protocolos. Mi vida es sólo mía y no la confío a la sanidad pública.