Fenómenos Poltergeist
Los fenómenos poltergeist son fenómenos inexplicables que parecen violar las leyes de la física. Quienes los han experimentado hablan de bilocación de personas, de gélidas presencias rozándonos el rostro, de objetos que se mueven y caen, de ruidos extraños sin origen aparente; hablan de apariciones y de cuerpos astrales. Se dice que son producidos por entidades o energías incomprendidas e indetectables. La tradición popular los considera fantasmas juguetones o entes malignos y los relaciona con la vida después de la muerte. En mi experiencia personal me atrevo a clasificar dentro de tales fenómenos aquellos que ya he reportado en otros cuentos. Los he presenciado como un interruptor termomagnético que se dispara sin causa eléctrica evidente, como un timbre inalámbrico que se acciona sin persona que lo pulse, como golpes en la cama, como impulsos irracionales que evitan accidentes, como eventos que ocurren perturbando la ley de las probabilidades. Yo los llamo casualidades (léase la serie de cuentos sobre este tema en mi sitio Universos convergentes).
Durante once años mi padre le plantó cara al cáncer. Con estoica tenacidad soportó radiaciones electromagnéticas, cirugías que extirparon sendos tumores de su cuerpo, penosas rehabilitaciones que siguieron a cada intervención quirúrgica, baterías de medicamentos que debía ingerir diariamente con los consecuentes trastornos estomacales, dietas especiales que provocaban su hartazgo. Después de cada extirpación y convalecencia parecía que su vida retomaba su curso. Con tristeza y orgullo vimos, sus allegados, el esfuerzo, cada vez creciente, que él requería invertir para mantener su ánimo alto. Mas un cuarto tumor apareció, ésta vez, en el hígado. Tras los estudios, cuando le informaron que las probabilidades de éxito de una cirugía no eran alentadoras, él decidió ya no operarse. “Le quedan un par de meses”, anunció el oncólogo. A pesar de la noticia, la sonrisa y las bromas de mi padre persistieron hasta días antes de su fallecimiento.
Nos encontrábamos reunidos mi madre, mis hermanos y yo alrededor de mi padre. Hablábamos de la muerte y lo que debía, o no, existir en el más-allá. Hacíamos bromas siguiendo su forma de tomar la vida. Queríamos hacerle sentir agradables sus últimos días. Entonces, una de mis hermanas le solicitó a papá: “tienes que encontrar la forma de hacernos saber si existe vida después de la muerte”. Él sonrió con una sonrisa amarga, pero aseguró que encontraría la forma. Un par de semanas tras su muerte, mi madre no conciliaba el sueño pensando en él. Oyó un sonido extraño. Parecía que alguien golpeaba un tubo metálico. Tres golpes cortos, una pequeña pausa y luego dos golpes cortos. Tras una pausa menos corta la secuencia se repitió y luego volvió a repetirse varias veces más. Parecía un plomero trabajando a las tres de la mañana. Parecía un trasnochado pájaro carpintero que, desorientado, golpeaba un tubo rítmicamente, pero siempre con la misma secuencia: tres cortos, dos cortos y pausa. En las siguientes noches, aquel evento no volvió a ocurrir. Mi madre comentó el suceso con mi hermana Patricia. “¿Sería papá? ¿Sería clave morse?”, se preguntaron. “Pero, ¿por qué papá me enviaría un mensaje en clave morse sabiendo que yo no lo entendería?” Preguntó mamá. “Porque sabía que lo comentarías conmigo y yo sí sé clave morse”, respondió Patricia. En morse aquel mensaje dice repetidamente: “SI”.
Me atrevo a asegurar que aquel acontecimiento fue un fenómeno poltergeist. Considero que los fenómenos poltergeist, al menos, algunos de ellos, son manifestaciones de chorros de cuadriones. La respuesta de mi padre surgió de su cabeza en el momento en que mi hermana pidió una prueba del más-allá o quizás en el momento en que mi padre expiró. El chorro de cuadriones viajó al espacio-tiempo de la noche de insomnio de mi madre. Y ésta es la forma cómo supongo que los cuadriones influyen en los acontecimientos.