Peligro en las redes sociales
Aficionarse demasiado a las redes sociales implica un peligro muy sutil y delicado. Asunto que se ve agravado en estos tiempos de reclusión sanitaria. Una descarga de dopamina recibe nuestro cerebro cada vez que leemos, en las redes sociales, un comentario favorable o recibimos muchos corazoncitos o pulgares arriba. La dopamina es un neurotransmisor cuya función está relacionada con la cognición, la conducta y la actividad motora, la recompensa, el sueño, la atención y el aprendizaje. La dopamina es hormona que invade las regiones entre las dendritas de las neuronas para conducir la información de unas a otras. Logra así un funcionamiento más ágil de los centros cerebrales; lo que interpretamos como benéfico. De manera simplificada, este transmisor de mensajes entre neuronas permite las sensaciones de motivación y placer. Se le asocia con la serotonina, la endorfina y la oxitocina, pues juntas producen los sentimientos de bienestar y felicidad de los seres hormonales. Participar en redes sociales logra, entonces, intermitentes descargas de químicos favorables; entonces, ¿por qué constituye un peligro, para un participante, aficionarse demasiado a una red social?
Cantidades pequeñas de químicos que producen satisfacción se convierten, paulatinamente, en hábito, primero, y en vicio, más tarde. El satisfactor nos mueve a repetir comportamientos para continuar obteniendo el premio; como los perros de Pavlov. Con el paso del tiempo, las descargas lograrán el mismo efecto de dependencia que los estupefacientes. Aunque siendo las hormonas sustancias naturales que producimos internamente no sería justo compararlas con las drogas. El resultado, sin embargo, es el mismo. Poco a poco nos hacemos dependientes, nos tornamos adictos. Para verificarlo sólo debe intentar uno alejarse de las redes sociales del teléfono celular por una semana y evitar el ingreso a través de su computadora personal o su tablet. Pero no recomiendo hacer tal cosa en estos tiempos cuando campea la ansiedad y el ocio; el peligro sería aún mayor. Los sociólogos han detectado un incremento en la tasa de suicidios entre los jóvenes a partir del surgimiento de las redes sociales. (Admiro a mi esposa en este aspecto, como en muchos otros, pues ella dijo hace ya más de un año, que dejaría de participar en su red social favorita porque le quitaba mucho tiempo y lo logró al primer intento.)
Actividades, como leer, escribir, ejercitarse, asistir al cine o a un concierto de música, nos producen igualmente descargas de dopamina. Pero en ellas el disparador del premio está en nosotros mismos. Es nuestra imaginación y nuestro esfuerzo quienes activan la producción de las hormonas benéficas; y no lo es la respuesta externa que nuestras amistades puedan hacer a nuestros memes y fotografías. No permitamos que nuestra alegría esté determinada por agentes externos: las respuestas de la sociedad. No es necesario dejar de participar en redes sociales para evitar este peligro, sólo es indispensable hacernos conscientes de que nuestro bienestar no depende de si logramos o no muchos corazoncitos y pulgares arriba.