Objetos de cuatro dimensiones en el universo
Un triángulo equilátero es una figura geométrica donde todos los vértices están equidistantes unos de otros. Las partículas subatómicas complejas, como el protón, el neutrón, el omega y todos los otros bariones, están constituidas según la física moderna por tres partículas cuánticas. Yo considero que las partículas cuánticas que las conforman se organizan equidistantes en planos, delineando figuras donde no existe una preeminencia de una sobre las otras. Después de todo, el plano que contuviera a los tres quarks podría tener, libre, tanto rotación como movimiento en cualquier dirección. Los cuantos de materia podrían moverse sin restricción alguna obligándose únicamente a obedecer las leyes físicas y preservando, mediante la equidistancia, la existencia del barión.
En un plano de dos dimensiones, imagínese una hoja de papel, la distancia más corta entre un punto A cualquiera, que ubicáramos en él, sería constante hasta otro punto B separado del primero, no importando como torciéramos en el espacio de tres dimensiones esa hoja de papel. Y sin embargo existiría, según torciéramos la hoja, en el espacio de tres dimensiones, distancias menores, entre el punto A y el punto B, que la longitud del segmento de recta entre ellos. Incluso pudiera existir una distancia cero, si dobláramos la hoja de manera que los puntos se tocaran.
Nuestra figura de tres vértices equidistantes puede expresarse en un plano cartesiano mediante el conjunto de vértices que la componen: p1(0, 0), p2(a ,0), p3(0.5a, 0.866a). Donde a es la distancia entre los vértices. No es posible dibujar en papel, es decir en un plano bidimensional, una figura de cuatro vértices equidistantes. Para ello es necesario construir un espacio tridimensional. Un tetraedro es esa figura donde cuatro vértices están equidistantes. Cuatro vértices cuya preeminencia es equivalente; como en el triángulo equilátero, no existe un vértice preponderante. Partículas supracuánticas creadas en tales condiciones podrían existir, polarizarse y moverse sin violar las leyes físicas y sin destruir la relación entre ellas. Estos objetos son mis cuadriones. Las partículas a las que he otorgado la interacción entre consciencia y realidad. Partículas aún no detectadas por la experimentación en ciclotrones. Aquellas que producen la dualidad onda partícula del ensayo de Louis de Broglie. Aquellas responsables de las casualidades del universo.
Pero en nuestro espacio de tres dimensiones métricas no es posible crear objetos con cinco vértices equidistantes. Para ello es necesario un espacio de cuatro dimensiones. Nótese que, para esta reflexión, se ha excluido la variable temporal del conjunto de las dimensiones físicas. En un espacio de cuatro dimensiones métricas, la figura de cinco vértices equidistantes se expresaría con el conjunto de coordenadas: p1(0, 0, 0, 0), p2(a, 0, 0, 0), p3(0.5a, 0.866a, 0, 0), p4(0.5a, 0.288675a, 0.816497a, 0), p5(0.5a, 0.288675a, 0.204124a, 0.79057a). Pero nuestro universo no puede contener o al menos no completamente una figura geométrica de cinco vértices equidistantes. Es necesario agregar una cuarta dimensión métrica para contener tales entidades.
Si nuestro universo estuviera inmerso en un hiperespacio de mayor número de dimensiones, si nuestro espacio fuera un subconjunto de ese hiperespacio, entonces sí sería posible crear objetos de cinco vértices equidistantes. Mis partículas supracuánticas pentiones serían esos objetos de cinco vértices. Al moverse en la cuarta dimensión esos pentiones parecerían desaparecer de nuestro universo y reaparecer mágicamente en otro punto alejado en tan sólo un instante. Tales desplazamientos no violarían ninguna ley física, como no la viola ningún objeto que viajara de A a B en un espacio bidimensional torcido si se desplaza a través de la tercera dimensión. Tales partículas pentiones podrían entonces conectar consciencias con consciencias en el universo entero. Logrando de esta manera la evolución del todo. Recuérdese que en un universo determinista, la consciencia es la única entidad capaz de distorsionar la realidad, de interferir las cadenas de causas y efectos.