Medios justificados por razón de estado o atropellos sociales
Se dice que “el fin justifica los medios” es una frase acuñada por Nicolás Maquiavelo, diplomático, funcionario, filósofo y escritor italiano que nació en Florencia hacia 1469. Él fue una figura relevante del Renacimiento italiano. Se dice que la frase aparece en su obra: El príncipe. Se dice que sirvió como modelo para esta obra, la carrera eclesiástica, política y militar de Cesare Borgia. No existe, sin embargo, ninguna prueba histórica que avale tal autoría. Cierto es que Maquiavelo acuñó la frase: “solo el resultado justifica la acción”. Cierto es que este pensador italiano es el creador del concepto fundamental en política, utilizado ampliamente hasta nuestros días, conocido como: razón de estado. Concepto posteriormente desarrollado por Giovanni Botero como doctrina política. El fundamento principal de la doctrina de Botero trata de las medidas excepcionales que puede ejercer un gobierno con objeto de preservar o incrementar el bienestar y la fortaleza de una nación. Doctrina que supone que la supervivencia del estado implica un valor superior a los derechos individuales o colectivos de un grupo minoritario. Cierto es que el término “maquiavélico” surgió del trabajo literario de El príncipe y que la lectura de esta obra estuvo prohibida por años por la iglesia católica. Haya sido Maquiavelo, o no, el autor de la frase; haya sido, o no, el precursor de las medidas excepcionales por razones de estado o sólo el propiciador de ulteriores análisis que han desembocado en doctrinas autoritarias, lo real es que la tal locución y la tal doctrina han provocado muchas e interesantes polémicas a lo largo de la historia sobre su aplicación, alcances y valor moral.
Sobre el asunto de los medios justificados por el fin, hice una reflexión en mi novela “Mensaje codificado”. La puse en boca del personaje cuántico quien lee sobre varias disertaciones al respecto. La lectura expresa: “Estamos en constante evolución y progreso. No buscamos un fin único sino un fin primero y después otro. Cada fin conseguido hereda sus atributos al siguiente paso, al siguiente fin. Si miramos el todo del actuar del hombre, si miramos el macrocosmos de su conducta, encontraremos que el fin de su existencia ha quedado relegado en importancia y sólo persiste el medio por el cual se ha buscado. Si, en cambio, miramos el detalle del actuar del hombre, si miramos hacia el microcosmos, podremos inferir que cada fin es la consecución de pequeños fines intermedios de los que hereda progresivamente sus atributos. Un fin se convierte en el medio para el siguiente paso y cada medio para conseguir una meta habrá heredado sus atributos a la siguiente etapa. El medio es una cadena de fines que se suceden; por tanto, si un medio es correcto lo será entonces el fin. Si un medio es incorrecto lo será también el fin que persigue”.
“El viaje es el destino”, escribió Joel Regalado en su blog personal sobre una conversación con su amigo Aquiles y yo disfruté de su lectura. “Lo importante es el viaje, no el destino” escribió Eli Bravo en el blog de Ismael Cala. Yo escribo ahora que el medio es el fin y el fin es el medio. Es el viaje como es el medio. Es el destino como es el fin. No se alcanza un destino si no es a través de un viaje, ni tampoco un fin si no es a través de un medio. Pero siendo un destino sólo el alto en el viaje para establecer un nuevo destino y un nuevo viaje, es entonces lo mismo el viaje que el destino y lo mismo el fin que el medio.
Concluyo que las razones de estado aplicadas abusivamente contra una minoría en supuestas aras del beneficio de la nación son atropello social. Y también concluyo que la conducta amotinada de unos pocos ciudadanos en supuestas aras del beneficio del pueblo es sedición. ¿Cómo debe actuar entonces un pueblo contra un gobierno opresor sin cometer sedición y cómo debe actuar un gobierno contra las minorías disidentes sin perpetrar atropello? Creo que la respuesta puede hallarse solamente en la consciencia de cada individuo. Conforme la sociedad entera enaltezca, cada vez más, la consciencia humana, descubriremos que lo considerado hoy como razones de estado es sólo atropello social contra ciudadanos imprudentes.