Y aún más dudas sobre la pandemia
Para hacer el cuento breve, resulta que la fiebre de Guadalupe no era, por supuesto, coronavirus, pero si infección de microorganismo. No acudimos al hospital a realizar la prueba del famoso bicho, aunque si acabamos en el hospital con infección renal en su riñón derecho. Dos días permanecimos recluidos bajo las contingentes medidas de higiene y el usualmente amable y hasta cariñoso trato del personal sanitario del hospital español. Por vía intravenosa mi esposa recibió tratamiento de dos antibióticos de amplio espectro, analgésicos y antinflamatorios. Mas el cultivo practicado a sus secreciones no reveló ninguna bacteria. Los doctores concluyeron que los medicamentos ingeridos antes de la toma de muestras habían enmascarado el resultado del análisis. Volvimos a casa contentos con tratamiento oral de más antibióticos y recomendaciones para la dieta y la actividad. Mi esposa había superado la crisis.
A la mañana siguiente, desperté con una idea funesta en mi cabeza. Unas semanas antes, de la crisis de Guadalupe, mi suegro había presentado síntomas similares, se le habían practicado análisis similares, diagnósticos similares, tratamientos similares y los doctores concluyeron argumentos similares. En el caso de mi suegro, también el cultivo resultó negativo a bacterias. Guadalupe visita a su padre regularmente, pues él está, desde hace años, imposibilitado para abandonar la cama. Pero las infecciones renales no se contagian. Los bichos trepan por las vías urinarias hasta hacer su residencia en las nefronas del tejido de filtración. La medicina moderna atribuye el origen de tales enfermedades a la falta de higiene y a la continencia urinaria extrema. ¿Por qué entonces dos personas consanguíneas presentaban iguales síntomas en lapso tan estrecho sin haber contagio posible?
La inverosímil respuesta que surgió en mi cabeza durante el duermevela es que el agente infeccioso es un virus y no una bacteria. Los cultivos de virus y de bacterias son diferentes. ¿Y si fuera coronavirus? El tejido pulmonar de aquellos que mueren por el bicho de la pandemia muestra la irremediable necrosis. Mas a aquellos que se recuperan y a aquellos que la padecen asintomáticamente no se les realizan biopsias. Si el virus ingresa a nuestro cuerpo y recorre todos sus conductos hasta encontrar un sitio apropiado para hacer su residencia, entonces no todos enfermaremos con insuficiencia respiratoria. Dos personas consanguíneas presentaran el mismo lugar apropiado para la incubación del germen. La única sospecha que no se tiene cuando se es escéptico, es si se es o no escéptico.