Estrellas hiperveloces
Para explicar los brazos de las galaxias espirales, elucubré la existencia de una fuerza física adicional. Bauticé a esta fuerza como exégira. (Invito al lector para visitar los 7 cuentos de este tema en mi sitio web de Universos convergentes.) Relacioné esta fuerza a un campo gravitatorio intenso de la misma forma como los campos magnéticos están vinculados a los campos eléctricos. Acorde con mis razonamientos, la rotación de un campo gravitatorio generaría un campo exégiro tal como la rotación de un campo eléctrico genera un campo magnético. El efecto de la fuerza exégira resultaría en acción repulsiva sobre los objetos con masa. Es decir actuaría opuesta a la fuerza de gravedad tal como la fuerza nuclear débil actúa opuesta a la fuerza nuclear fuerte. En diferentes cuentos, hice responsable a esta fuerza del viento solar, de la anomalía Pioneer, de las inconsistencias detectadas en la posición de la sonda Ulises, de la inesperada aceleración del asteroide Oumuamua y de la discrepancia en el resultado calculado de la precesión de Mercurio; aunque tales fenómenos requieren de un análisis más concienzudo.
Si tal fuerza exégira existe, entonces estaría presente en los grandes cuerpos con rotación como lo son las estrellas, aunque sus efectos serían apenas perceptibles. En los agujeros negros seguramente podría ser detectada con mayor facilidad, aunque aún no contamos con tecnología para hacerlo. En agujeros negros supermasivos, los entes estelares en los centros de las galaxias, la fuerza exégira sería tan intensa que sus efectos bien podrían ser quienes forjaran las características estructuras de espiral.
Recientemente la astronomía, gracias al proyecto Gaia que compila un catálogo estelar, ha detectado estrellas hiperveloces. Una sonda estacionada en el punto Lagrange L2 de la Tierra realiza un mapa tridimensional de los cuerpos astronómicos dentro de nuestra Vía Láctea y su vecindario. Logra esto combinando metrología de varios diferentes instrumentos. Determina así la posición, distancia y movimiento de los cuerpos estelares. Consecuencia de este proyecto ha sido la detección de estrellas viajando a grandes velocidades dentro de nuestra Vía Láctea e incluso llegando desde galaxias vecinas. Estos inesperados veloces viajeros han sido explicados como resultado de jalones gravitacionales producidos por estrellas gigantes o agujeros negros sobre entes estelares vecinos. Yo los explico como cuerpos expulsados por la presencia de intensos campos exégiros de agujeros negros supermasivos.
Objeción a mi planteamiento, sin embargo, lo constituye la estrella S2. Sagitario A* es una intensa fuente invisible de ondas de radio y rayos X en el conglomerado de cuerpos estelares de Sagitario A en la constelación del mismo nombre. Se encuentra muy próximo al centro del bulbo de nuestra galaxia. Ha sido estudiada, desde su descubrimiento en 1974, por instituciones de investigación científica como el UCLA Galactic Center Institute y el Max Planck Institute for Extraterrestrial Physics. El centro de tal conglomerado muestra varias estrellas orbitando un invisible centro de gravedad. S2 es una de estas estrellas y completa su órbita alrededor del centro del sistema cada 16 años. La masa del objeto invisible responsable de las órbitas se ha estimado en 4 millones de masas solares. Esto lo convierte en el mejor candidato causante de los brazos de la galaxia. Entonces, si la fuerza exégira existe, hace años que S2 debió haberse convertido en una estrella hiperveloz.