Un escéptico en la pandemia
He platicado en anteriores ocasiones que pertenezco a un grupo de escépticos paracientíficos. Un grupo que pone en tela de juicio toda la información a su alcance incluso las emitidas por las autoridades más renombradas y los más eminentes hombres de ciencia. Un grupo que califica cada dato, cada noticia, cada teoría y cada conocimiento que surge con un porcentaje de veracidad y otro de sospecha. Un grupo que los evalúa, aunque utilizando criterios personales y arbitrarios, procurando mecanismos razonables, investigados y lógicos. Un grupo que no descarta ninguna postura y aunque posee la propia en muchos tópicos no la considera verdad absoluta ni pretende convencer a otros de su validez. Un grupo que busca sentirse cómodo con la incertidumbre. Un grupo de un solo miembro... yo. Inmerso en la pandemia como el resto de la población del planeta, no puedo dejar de experimentar la misma ansiedad que todos. He imaginado el siguiente escenario.
Recluido, como me encuentro, comenzaría a padecer fiebre, como le sucede ahora mismo a mi esposa. Más tarde la tos seca se haría presente como los accesos que ya he experimentado ahora mientras escribo. Mi imaginación volaría desbocada como peligrosa estampida. ¿Será coronavirus? ¿Deberé avisar a las autoridades? ¿Será conveniente que notifique a todas las personas con las que he cruzado camino, saludo o palabras? ¿Habré de hacerme la prueba en alguno de los centros autorizados? Hagamos el siguiente ejercicio antes de que tal escenario desenvaine sus intimidantes armas y el pánico nos invada.
¿Cuál es la probabilidad de que los síntomas sean sicosomáticos por causa de la ansiedad? Es baja, tanto mi esposa como yo somos personas poco impresionables, las noticias no nos provocan demasiado temor. Además ella apuntala mi coraje y yo procuro ser recíproco. ¿Cuál es la probabilidad de que no teniendo coronavirus acudiéramos a un centro a realizar la prueba y resultáramos entonces infectados? Es media, los centros de salud son las instituciones donde se realizan, para protección de los pacientes, los mayores esfuerzos para preservar ambientes estériles; pero son también los lugares donde mayor concentración de microbios existe, pues es ahí adonde acuden los infectados de todas las enfermedades para ser atendidos. ¿Cuál es la probabilidad de que mi esposa se haya contagiado de un virus de la gripe, de la influenza o del herpes como hay tantos y no del bicho de la actual pandemia? Es también media, después de todo, los virus de las restantes familias no han desaparecido ni otorgado tregua a la humanidad. Reunidas las cepas de los otros microorganismos, tal vez haya tantas en el ambiente, o incluso más, que la población del Covid-19. ¿Cuál es la probabilidad de que mi esposa aún padeciendo coronavirus no se encuentre en riesgo alguno? Es alta, ella ha demostrado en múltiples ocasiones fortalezas fisiológica y psicológica para resistir las enfermedades: las propias y las ajenas. Ella además posee una entereza envidiable para afrontar las vicisitudes.
Pero, ¿qué significa una probabilidad media para los escépticos paracientíficos? Significa que todas aquellas decisiones tomadas con base en ellas son tan favorables como desfavorables, tan propicias como adversas, tan acertadas como desatinadas. Es decir que, estando bajo sospecha, es tan conveniente hacerse la prueba para confirmar coronavirus como omitirla; es tan conveniente acudir a un hospital para ser atendido como permanecer en casa. Además, como en algún otro cuento ya he afirmado, considero que la probabilidad no es un número exacto, sino únicamente una percepción de la mente que indica qué tan fácil o difícil es que un fenómeno ocurra. Así que, establecida la incertidumbre, sólo resta ponernos cómodos.